En esta ocasión os quiero mostrar la última actividad que he propuesto a mis alumnos: aprovechando que nos encontramos inmersos en el paleolítico, hemos querido transformar nuestras clases en unas cuevas prehistóricas plagadas de pinturas rupestres. No sabemos que extraños movimientos migratorios han unido estilos pictóricos que ciertamente no tuvieron ocasión de verse tan de cerca. Quizás debido a los primeros esbozos de esta globalización que ahora nos devora... ¿Qui lo sa?
En cuanto a la elaboración, es sencilla. Preparamos la pared con una capa previa de papel de embalar arrugado, que nos sirve para ir pegando con cola blanca los diferentes dibujos realizados con ceras de colores cálidos. Como veréis los modelos han sido tomados de una selección de pinturas rupestres de diferentes lugares, entre ellos el conocido bisonte de Altamira.
Todavía nos falta acabar una de las clases, pero ya puedo decir que ha sido una experiencia gratificante, aunque fatigosa como la vida de un neandertal.
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base antes de pegar las pinturas |
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